Creo que para enfrentarnos a esta crisis es necesario distinguir entre descubrimiento e invento. Los descubrimientos ponen de manifiesto algo que ya existía y el mero hecho de descubrirlos no altera la naturaleza de lo descubierto. Lo descubierto sigue su curso, ya existía desde antes, y su evolución natural no va a verse influida por el hecho de haber sido descubierto.
En los inventos, la acción humana crea y, por lo tanto, incide directamente sobre el objeto, puede predecir aventurando su evolución, pero el hecho mismo de esa predicción, modifica la naturaleza o el devenir del objeto creado.
En el caso de la economía considero que se trata de un invento, invento del que poco se puede predecir y la mera predicción modifica o puede modificar la naturaleza y el rumbo al que se dirige la misma. Todo cabe, tanto si se augura una catástrofe como una gran prosperidad. Pero la importancia de esta predicción es vital porque esa consideración va a incidir en la naturaleza misma del invento. De modo que si se apuesta por una actitud pesimista (ya se sabe del prestigio intelectual del pesimismo), arrastrará a que efectivamente se produzca esa consecuencia (profecias autorrealizantes no? Merton 1928 “si los hombres definen determinadas situaciones como reales, ellas son reales en sus consecuencias”).
Por lo tanto sugiero que tratemos a la economía como lo que es, un invento, un invento en el que casi todo cabe. Pongamos imaginación positiva, neguémonos a que el pesimismo nos arrastre y condicione! Esto no significa negar la realidad, el ahora, pero si el negar el “negro mañana”.
Cecilia Ruiz de Lobera Pérez-Mínguez